Yolanda Pantin

Yolanda Pantin nació en Caracas en 1954, pero su infancia la pasó en Turmero, una pequeña ciudad de Aragua. Es la mayor de once hermanos.  Estudió Artes en la Escuela de Artes Plásticas de Aragua. En 1974 se trasladó a Caracas para cursar Letras en la Universidad Católica Andrés Bello. Dos años después ingresó en el taller literario “Calicanto”, dirigido por la prestigiosa escritora Antonia Palacios.

En 1981, junto con otros poetas como Armando Rojas Guardia, Rafael Castillo Zapata e Igor Barreto, se separó de ese taller para formar el grupo Tráfico. En 1989 fundó, con otros escritores, el Fondo Editorial Pequeña Venecia para la publicación de poesía (donde trabajó como coordinadora hasta 1994) y recibió el Premio Fundarte de Poesía.

Fue becaria de la Fundación Rockefeller en el Bellagio Study Center, a orillas del Lago de Como, en el norte de Italia, casi en la frontera con Suiza. Codirigió la revista El Puente junto con el poeta Igor Barreto y la antropóloga Michelle Ascensio. En Caracas, Pantin también fue directora de la Fundación Casa de la Poesía Juan Antonio Pérez Bonalde y de museología en el Museo de Arte Contemporáneo Alejandro Otero. En 2004 recibió la Beca Guggenheim. En 2017, ganó el XVII Premio Casa de América de Poesía Americana, el primero que se concede a un autor venezolano, con el libro Lo que hace el tiempo (Visor, 2017).

Fuente: La Poeteca de Caracas (2019).

En la mañana de hoy, el jurado del XVII Premio Casa de América de Poesía Americana, reunido en Casa de América y compuesto por Luis García Montero, Jesús García Sánchez, Juan Malpartida, Jorge Galán, Santiago Miralles y Anna María Rodríguez Arias como secretaria, decidió por unanimidad otorgar el galardón a la poeta venezolana Yolanda Pantin por su obra Lo que hace el tiempo. “Se trata de un poemario íntimo que activa al mismo tiempo las regiones de la meditación y el pensamiento.

La poeta venezolana Yolanda Pantin (Caracas, 1954) recibió la tarde del viernes 22 de octubre, de manos del alcalde de Granada, Francisco Cuenca, la estatuilla “Luna”, que la acredita como ganadora del XVII Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada-Federico García Lorca.

Durante el acto, celebrado en el patio del Ayuntamiento de Granada, el regidor agradeció a la premiada su “trayectoria de excelencia intelectual y ética impecable”, y se refirió a la poesía venezolana como “un tesoro cada vez más conocido y apreciado fuera de sus fronteras”.

01
Esta casa surge despacio…

Esta casa surge despacio en el agua de la lluvia que caía por los muros y olía a yerba y a todo eso. Antes salían ellos, los siempre vestidos, y uno se quedaba mirando por detrás de las puertas toda esa agua que irrumpía por los muros y las ventanas abarrotadas. Siempre el gesto cuando el cielo caía desaguándose. También Dios mudaba escaparates en el cuarto de al lado de techo enorme con murciélagos y todo. Uno miraba el aire y predecía; hasta nos besábamos los labios de ser tan fértil la tierra de esta casa. Siempre, siempre, había en los pasillos, en los corredores, en cada una de las columnas, había en el zaguán un miedo acongojado. Nos entran por los ojos letanías cuando de noche relucen candelabros, la mesa y la plata dispuestas, ellos tan vestidos y uno en la puerta rogando de la lluvia por afuera de los muros, la cal y los espejos.

02
Yo soy otra

He aceptado la invitación a viajar.

En el auto,

el paisaje pasa demasiado rápido.

Raspa al oído

la música sorda que el interior repele.

Atravesamos el país sin detenernos,

apenas para orinar o para beber un trago de agua

en las gasolineras.

El verano castiga gris y estático,

como el cielo.

Conversaciones banales distraen el asedio

de las horas muertas.

Levantamos las tiendas

a la orilla de un río ancho y cenagoso.

Las aves chillan al alzar el vuelo.

Me acerco al río

como Narciso al estanque.

Las aguas turbias no reflejan mi rostro.

Yo he soñado con esto.

(la herida ha sanado sobre la carne muerta)


03
Sólo veía una carretera polvorienta

Como el calor me sofocaba dije basta

y me senté de cara a la ventana

para refrescar mi cabeza que tiritaba

al igual que una onza de gelatina

Con el hilo del sudor

hice un collar

para apretarme el cuello

además

las noches eran tristes

y rojas

tanto

que me dediqué a soñar con lo ojos abiertos

Sólo veía una carretera polvorienta

Eran noches nostálgicas

Te dije ahógame

y como no había cuerda

y el hilo en el cuello era invisible

juraste amor eterno

me hiciste una escena de celos

Luego lloramos en voz baja

para no despertar a los niños.

04
Divagación XII

La playa está casi desierta

Lejos del hombre cuyo rostro oculta

una toalla blanca

dos policías conversan

Una familia

ha instalado una sombrilla

que los protege

del sol

Tal vez ignoran lo que ocurre a su lado

Qué importa

El agua

–cuando las olas revientan–

cubre con arena el desolado cuerpo.


05
Los sueños

(en la boca de la noche)

El médico mira

dentro de mis ojos

me hace abrir la boca

Le cuento sueños

cruzaba una piscina con un niño al cuello

A veces me asalta

un hambre de miedo

devoro todo lo que encuentro a mi lado

El médico escucha

latir mi corazón

Asiente

con mucha seriedad

consulta un libro

encima de su escritorio

Estoy perdida

-Ya había mirado dentro de mis ojos-

Le cuento otro sueño

No todo mi corazón te ama

sólo la parte que está enferma.

06
Sonata

Debo enterrarte de mí

ser bruta con todo

lo aquello que tuvimos

tu cuerpo tocado

como un loco

Voy a tocar tus cabellos

de boca enterrada

todo aquello que perdimos

amor mío

el aire los perfiles

voy a enterrarte de mí

con todos mis recuerdos

la vez lejana con mi madre en los rieles

Voy a cavar muy hondo en mi cadáver

Hender la pala en el fruto del cráneo

donde duermes

como una niña inválida.


07
Opacidad

Aunque parezcan de vidrio

nuestros poemas no son diáfanos.

Tendríamos que nacer de nuevo

sin quebrarlos.



08
Brebaje

Lleva memoria y clavitos

en partes iguales, se bebe

al amanecer.

09
Escribir

No hay ninguna

pretensión

en este intento,

si antes era así,

ahora

viene y queda

el gesto

igual a

cuando niña

dibujaba

por placer

y no dormía

hasta pintar

lo que pensaba

y era un mundo

que se hizo

con los años

garabato,

torcedura.

10
El escritor está solo

El escritor está solo

solo ante él

solo ante el mundo

solo ante la persona que ama

Esto último lo aterra

“¿cómo solo?”

Trata de poner en orden sus pensamientos

-la persona amada tiene los ojos color miel-

El escritor tiene un gran miedo

“¿qué diferencia este amor del otro?”

-la persona amada lo mira desde el fondo de sus ojos-

El escritor está aterrado

El amor blande su arma contra un niño.

11
Valzecito

Un hombre está sentado ante otro hombre.

El uno con terror dirige la mirada al cielo raso.

El otro se concentra en el cielo de la boca.

El uno siente un miedo profundo de sufrir

y así lo expresa:“me lastima lo que hace”.

No podemos decir que el otro lo ha escuchado,

sin embargo murmura tal vez para sí mismo:

“Si extirpo la raíz lo habré salvado, pero duele”.



12
Nada por más me arrancará de mi sitio…

Nada por más me arrancará de mi sitio. Igual fulgor me escupió de muerte cuando reía mi madre y todos. La paz es un minuto. Cierro las ventanas, las puertas antiguas de mi casa. Es un minuto. Tú, ellos, de las palabras, de los labios a las palabras recias. Lento, prolongado, insistente. No alcanzo más que golpear. En este sitio. La palabra a golpes desprendida. Volcada de revés. La calma es un minuto.