Poemas Miyó Vestrini

Selección y nota de Rosa Raydán para lectura en Clubhouse

Sobre la autora:

Miyó Vestrini (seud. de Marie-Jose Fauvelles) nace en 1938. De origen francés, formó parte de varios grupos literarios, entre ellos El Techo de la Ballena, Sardio, La República del Este, en Caracas, y Apocalipsis, en Maracaibo.

Fue fundamentalmente periodista; en los años sesenta dirigió la página de arte de El Nacional y posteriormente la revista Criticarte. También trabajó como diplomática venezolana en la cancillería y en la embajada de Venezuela en Italia. Falleció en Caracas en 1991.

Publicó los poemarios: Las historias de Giovanna (1971), El invierno próximo (1975), Pocas virtudes (1976), Valiente ciudadano (1994) y Es una buena máquina (2014).También escribió narrativa y biografías.

Su poética es lacerante, nihilista, políticamente incorrecta, pero profundamente lírica. Da cuenta de un profuso universo interior donde están en disputa sus raíces francesas y su crianza en América Latina, el papel de la mujer en la vida moderna, el desamor, la maternidad y el carácter rebelde propio de los años 60.

I

En la frente que me mira desde la hierba
se reúnen, de golpe,
los quebradizos ecos del bosque. Hace frío en estos paisajes
en estas noches
y el mismo dolor sobrevive a tus espaldas, esplendorosa salamandra
que ciega mis pasos
recogiendo palabras inauditas, impunes a toda evocación.
Que no duela, que no duela,
                     ah esos tontos gritos de niños
                     cuando algo va a quemar a cortar a romper:
la pesadilla parpadea aún
la tengo en el puño
y se deshace cuando quiero
en el agua pulposa de los precipicios
porque,
te lo dije, va y viene el fulgor
el insufrible mal
de todo tenaz afecto.

II

CUANDO LEVANTO LA CABEZA DE MADRUGADA

Cuando levanto la cabeza
                     de madrugada
es un corazón
                 palpable
                         estruendoso
                                    asfixiante
ocupando él solo toda la habitación,
trepando hacia la ventana
como para escapar y cambiar de sitio,
instalándose en el jardín del vecino

Rumor de largas horas
                     cortadas a golpes
cuando creo en la resurrección de los muertos
en los verdugos desahuciados
en hilos, papeles y latas,
en niños que juegan sin gritos
en zuecos de madera que suenan y suenan
en las malas imágenes como para irse a otro sitio
en una flaca espantando ratas
en los tulipanes que nunca terminan de florecer.

Te oigo debajo de mí
                              respiras y sueñas
y regresa el corazón palpable
decidido a latir
                        latir
                               latir
y matar.

III

MUY POCO Y MUY GRIS EL TIEMPO QUE TE QUEDA

Soy frágil
para los amados.

Algún asesino más poderoso
más fuerte
me interceptó cuando cruzaba
el callejón de los cuchillos
                        y me atajó.

Silencio mujer
dijo
de nada valdrá tu queja
en este momento
ni en los otros.

Muy poco
y muy gris.
el tiempo que te queda
en esta madrugada
de perros realengos y borrachos asustados.

Déjame un instante
dije,
medir la luz que todos los días
me recibe y me abandona.

Déjame llorar un rato a solas.
Pero sólo había frio
                        en el callejón de los cuchillos.

IV

LLEGO TARDE PORQUE ME SIENTO SOLA

DESHABITADA
Llego tarde
                        : porque me siento sola
y no siempre es necesaria la advertencia
esa que se acostumbra
cuando las cosas cambian.
Mi abuelo decidió suicidarse:
                        era alto, triste y bebía a escondidas.

Mi abuela decía que beber era cosa del demonio
y lo perseguía por toda la casa
                        con una escoba

hasta que aburrido
                        se lanzó al Rin.

Me dejó una carta
para decirme que volvería a la vida
cuando en lo más verde de la colina
mi voz llegara a ser más fuerte que el rumor del mar.

V

ANIMAL DE OCASIÓN

He tenido que compartir mi lugar.
Nadie me ha raptado
para llevarme al suyo.
No tengo África mía a mis espaldas,
ni olas,
ni ollas,
ni una calle en el centro de Dublín.
Sólo he estado allí,
con pocas palabras
y pobres gestos
y pobre cuerpo.
Aprendí al mismo tiempo La Marsellesa
y el Himno al árbol.
Tuve que leer a Rimbaud y a Andrés Eloy.
Tomé scotch y beaujolais,
con tequeños y caracoles y borgoña.
Alguien descubrió el mundo por mí
y me dejó tirada a mitad camino
entre el sol
y la niebla.
Mis hijos fueron blancos
y los hombres que amé,
negros.
Ahora descubro que mientras estaba interna
mi madre escribía cuentos eróticos
y mi hermana entraba en trance con un mecánico.
La plaza del pueblo todavía espera por mí
y me contempla
asomada a la ventana
tratando de apurar la noche.
Mis dedos tienen el color del cebo
y soplo para aliviarlos.
Me leen a Victor Hugo en voz alta
para que aprenda francés
y todavía no sé quién es Ismael Rivera y Luis Alfonzo Larrain.

Vete a la mierda,
me dijo mi madre
cuando le reclamé todo esto.
Se dio vuelta hacia la pared y murió.

Ocupé su sitio
detrás de la mesa
y dejé que peinaran mi cabello.

VI

DIAGNÓSTICO

A ver,
abre la boca.
Di aaaaaah.
Muéstrame eso que hizo tu madre cuando eras niña.
¿Ese era todo el misterio?
¿Sexo oral?
¿Manipulaciones?
¿Tacto?
¿Manipulaciones?
Veamos tu útero,
amplio y desfasado.
¿Cuántos niños pasaron por allí?
Los expertos te dijeron
que la naturaleza esperaba por ellos.
Pero murieron igual.
Y si sobrevivieron,
unos son tarados
otros más o menos,
todos bien planificados con la excusa de la soledad.
Tienes problemas con tus dientes,
con la lenta digestión de los indecisos,
con el crujido del hueso occipital.
Eres un paciente más.
Todos quisieran haber nacido en Kansas City
o en Ámsterdam
o en Toronto
O por lo menos,
veinte años más tarde.
Déjame agitarte en esta probeta de marfil,
verificar bien el color de la mezcla.
Asco,
qué mal hueles

VII

LA LLAMADA

Cuando le pregunté por qué no había llamado
me explicó que estuvo enterrado vivo
y que no le pusieron teléfono.
En sus delgados labios de gallina,
hay,
o no había,
atrevimiento alguno.
Todo era estrictamente legal.
¿Es que acaso no crees en Dios?

Si no fuera fácil,
no lo intentarías.
Significado,
significando,
significativo,
signo.
Me acerqué al balcón
y miré hacia el parque,
irritante cofradía de niños chillones
y pájaros tarados.
Escuché el control remoto cambiando canales, sin sonido.
Sentí a mis espaldas,
su deseo de ponerse los pantalones
y largarse.
Me fui a la cocina a pelar patatas.

VIII

EL DOLOR

Doblé con cuidado sus camisas
y vacié la gaveta de la mesa de noche.
Dada la magnitud de mi dolor,
leí a Marguerite Duras,
hostil y dulzona ella,
у tejiendo un chal para su amado.
Al quinto día,
abrí las cortinas.
La luz cayó sobre el cubrecamas manchado de grasa,
el piso lleno de desechos,
el marco de la puerta descascarado.
Tanto dolor,
por cosas tan feas.
Miré una vez más su cara de ratón
y tiré todo por el bajante de la basura.
La vecina,
alarmada por semejante volumen de basura,
me preguntó si me sentía bien.
Duele, le dije.
En mi buzón colocaron un anónimo:
«el tenga un amor
que lo cuide
que lo cuide
y que no ensucie el bajante de basura de la comunidad».

IX

LA MAYORÍA

Es cierto que en abril los lirios se pudren,
el trigo crece
y se manchan de sangre las dormilonas infantiles.
Todos nacimos en abril:
niños,
supimos que obedecer implicaba paz.
Adolescentes,
descubrimos el valor de la rendición condicionada.
Finalmente,
no morimos en el intento.
Ahora somos sumisos y secretos,
gordos de ojos saltones
y carnes blandas.
Preparamos palabras suculentas
que pasan por el molinillo de carne,
y un perro, bien educado,
espera para engullirlas.
Recién cogidos desafiantes,
meados a destiempo
y solemnes imberbes,
ocupamos el primer lugar en las encuestas.
Somos lo que llaman
la mayoría.

X

EXTRAÑO ADIVINADOR DE PALABRAS

                                                           a Alfonso

Mi bebé
niño grande
extraño adivinador de palabras
                                               vas a crecer
con ojos de pomarrosa abiertos a la lluvia
                                               a la escarcha
y serás como de pájaros y faroles.
Nunca faltará algún idiota
                                               que te hable mal de los profetas.
Cuando eso ocurra,
márchate al pueblo donde nació tu padre
y búscate una casa
                                               donde canten las chicharras.

XI

EN MARZO NO SE NACE DOS VECES

En marzo
               no se nace dos veces.
Me lo aseguran
                        embistiéndome
                                    a pesar mío
                        gimiéndome
                                    a pesar mío
                        lamiéndome
                                    a pesar mío
                        estropeándome
                                    a pesar mío
                        matándome
                                    sin remordimiento alguno.

XII

ESTE MALDITO TERRITORIO

Después de levantar el cadáver
no me preguntaron cómo me sentía
y la vecina me dio unas palmaditas en el cuello
allí donde solías husmear antes de echarte a dormir.
Como te lo prometí,
Mantengo duras las piernas y vivo el tallo de la flor,
Y aunque digan que el toronjil es la hoja de la melancolía,
lo respiro de noche
antes de saber si habrá escarcha de madrugada.
De las poesías recomendadas
apenas he leído algunas.
Trato de levantar el tiempo
el tiempo sin ti
sin posibilidades de otoños o cacerías de patos
ni viajes al Canadá.
Pero de golpe
abro los ojos
y oigo mi madre llamando para la merienda
en medio de este silencio atemperado de las tres de la mañana.
El señor del piso de arriba abre la ventana de vidrio sobre rieles
atisba el soplo de la noche como quien no tiene donde llorar
y cuando ocurre
se me llenan los ojos de lágrimas
y me desvivo con él
asunto pequeño de balcón en balcón.

He tratado de cambiar este dolor por un gran tumulto
y sin embargo,
termino conforme
voy y vengo por la sala oscura
sin haber terminado de instalar la lámpara de pie
que habría de arrojar una luz dorada sobre las piernas de los invitados.
Allí está el libro de Hellman
a la que amabas tanto
porque ella amaba a Dash y le envió por correo mil metros de cable telefónico
que nunca usaron.
Mis esperanzas son pocas
pero mañana pensaré en todo eso.
Ahora maldigo a los montes
la mermelada de guayaba
la pasta dental
la crema fría en mis mejillas
el cruce de avenidas
el árbol de la casa donde nos mudamos por segunda vez
maldigo
malditos
maldición
por todos los cuentos que me susurraron:

echado
de costado
sobre un larga mesa
marrón
oscura
bruñida
hecha de mi piel y de todas mis malditas maldiciones.

XIII

ASÍ DE SIMPLE

Caminar por la 42 de Nueva York
o soplarme los dedos sobre la candela de las castañas
en la esquina de la via della Croce
o resplandecer en el fragor de los aeropuertos,
                                    ¿cuál sería la diferencia?

Vivo bajo el más común de todos los cielos
cielo lambucio
plantado sobre mi cabeza
sin otro movimiento que el de la noche y el día.
Cada día,
me digo:
               hay que conformarse con los sitios
                                    regresar a ellos
porque allí, alguna vez,
               se habrá de morir.
Pero persisten las estaciones y las hierbas,
los ríos vulnerables,
las tempestades al paso de los trenes,
la penumbra de las horas imprecisas,
la bola de fuego que cruza el filo de la ventana,
el ángel exterminador bailando sobre el techo.
Salga de mi vida,
                        dicen,
Como si la vida fuera tan simple.

Así de simple.

El espejo se vuelve suave bajo mis dedos
                        comienza a llenar la casa.

Crece de pared a pared
en el vértigo de mi cuerpo
                        vértigo de campiñas y luces imprecisas.

Vuelve el asombro.
Ahora lo sé:
sólo las mujeres de ojos hermosos
no envejecen.

Sólo los hombres de sueños inquietos
cantan cuando se levantan.

Si hubiera sabido todo esto
                                    no me agarran viva.