SELECCIÓN DE POEMAS ETÍLICOS

01
JORGE LUIS BORGES
SONETO DEL VINO

¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?

Con otoños de oro la inventaron. El vino
fluye rojo a lo largo de las generaciones
como el río del tiempo y en el arduo camino
nos prodiga su música, su fuego y sus leones.

En la noche del júbilo o en la jornada adversa
exalta la alegría o mitiga el espanto
y el ditirambo nuevo que este día le canto

otrora lo cantaron el árabe y el persa.
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.

02
JOSÉ ÁNGEL BUESA
BRINDIS

He aquí dos rosas frescas, mojadas de rocío:
Una blanca, otra roja, como tu amor y el mío.
Y he aquí que, lentamente, las dos rosas deshojo:
La roja, en vino blanco; la blanca, en vino rojo.

Al beber, gota a gota, los pétalos flotantes
Me rozarán los labios, como labios de amante;
Y, en su llama o su nieve de idéntico destino,
Serán como fantasmas de besos en el vino.

Ahora, elige tú, amiga, cuál ha de ser tu vaso:
Si éste, que es como un alba, o aquél, como un ocaso.
No me preguntes nada: yo sé bien que es mejor
Embriagarse de vino que embriagarse de amor…

Y así mientras tú bebes, sonriéndome – así,
Yo, sin que tú lo sepas, me embriagaré de ti…

03
LI PO
MIENTRAS BEBO A LA LUZ DE LA LUNA

Un vaso de vino entre las flores:
bebo solo, sin amigo que me acompañe.
Levanto el vaso e invito a la luna:
con ella y con mi sombra seremos tres.
Pero la luna no acostumbra beber vino, y mi perezosa sombra sólo sabe seguirme.
Festejemos, con mi amiga luna y mi sombra esclava, mientras aún es primavera.
En las canciones que entono vibran rayos lunares; en la danza que ensayo mi sombra se aferra y deshace.
Los tres juntos, antes de beber, holgábamos; ahora, ebrios, cada cual va por su lado.
¡Regocijémonos muchas horas todavía,
en nuestro extraño festín inanimado,
para encontrarnos al fin en el Río de las Nubes!

04
PABLO NERUDA
ODA AL VINO

VINO color de día,
vino color de noche,
vino con pies de púrpura
o sangre de topacio,
vino,
estrellado hijo
de la tierra,
vino, liso
como una espada de oro,
suave
como un desordenado terciopelo,
vino encaracolado
y suspendido,
amoroso,
marino,
nunca has cabido en una copa,
en un canto, en un hombre,
coral, gregario eres,
y cuando menos, mutuo.
A veces
te nutres de recuerdos
mortales,
en tu ola
vamos de tumba en tumba,
picapedrero de sepulcro helado,
y lloramos
lágrimas transitorias,
pero
tu hermoso
traje de primavera
es diferente,
el corazón sube a las ramas,
el viento mueve el día,
nada queda
dentro de tu alma inmóvil.
El vino
mueve la primavera,
crece como una planta la alegría,
caen muros,
peñascos,
se cierran los abismos,
nace el canto.
Oh tú, jarra de vino, en el desierto
con la sabrosa que amo,
dijo el viejo poeta.
Que el cántaro de vino
al beso del amor sume su beso.

Amor mio, de pronto
tu cadera
es la curva colmada
de la copa,
tu pecho es el racimo,
la luz del alcohol tu cabellera,
las uvas tus pezones,
tu ombligo sello puro
estampado en tu vientre de vasija,
y tu amor la cascada
de vino inextinguible,
la claridad que cae en mis sentidos,
el esplendor terrestre de la vida.

Pero no sólo amor,
beso quemante
o corazón quemado
eres, vino de vida,
sino
amistad de los seres, transparencia,
coro de disciplina,
abundancia de flores.
Amo sobre una mesa,
cuando se habla,
la luz de una botella
de inteligente vino.
Que lo beban,
que recuerden en cada
gota de oro
o copa de topacio
o cuchara de púrpura
que trabajó el otoño
hasta llenar de vino las vasijas
y aprenda el hombre oscuro,
en el ceremonial de su negocio,
a recordar la tierra y sus deberes,
a propagar el cántico del fruto.

05
CHARLES BAIDELAIRE
EL ALMA DEL VINO

Una noche, cantó el alma del vino en las botellas.
Hombre, hacia ti elevo, querido desheredado,
bajo mi vítrea prisión y mis rojizos lacres
una canción repleta de luz y fraternidad.

Yo sé lo que cuesta, en la colina en llamas,
dolerse y sudar bajo un sol abrasador
para engendrar mi vida y darme el alma;
pero no seré ingrato ni perjudicial.

Porque siento inmensa alegría cuando caigo
en la garganta del hombre consumido por su labor,
y su cálido pecho es un dulce sepulcro
que me complace más que la frescura de mis bodegas.

¿Escuchas resonar los cantos del domingo
y la esperanza que trina en mi pecho palpitante?
Los codos sobre la mesa y arremangado,
me glorificarás y serás dichoso.

Yo iluminaré los ojos de tu mujer arrebatada;
devolveré a tu hijo sus colores y la fuerza
y para ese frágil atleta de la vida seré
el aceite que pule los músculos del luchador.

Y caeré en ti, vegetal ambrosía,
extraño grano que arroja el eterno Sembrador;
para que de nuestro amor nazca la poesía
que se alzará hacia Dios como una rara flor.

06
JOSE TADEO TÁPANES ZERQUERA
EL VINO DEL SUICIDA

Las uvas para el vino de la muerte
y aquéllas, para el vino de la vida,
están en el barreño del suicida
dispuestas a correr la misma suerte.

Con ojos delirantes pisa fuerte
igual que una alimaña bendecida,
y la savia agridulce compartida
al tiempo que le mata, le divierte.

Las uvas que dichosas son pisadas
por el santo suicida de lo inmundo,
a veces dan amor por toneladas.

O luego, sin querer, en un segundo,
se tornan venenosas, despiadadas,
y es odio lo que vierten sobre el mundo.

07
CHARLES BUKOWSKI
ELOGIO AL INFIERNO DE UNA DAMA

Algunos perros que duermen a la noche
deben soñar con huesos
y yo recuerdo tus huesos
en la carne
o mejor
en ese vestido verde oscuro
y esos zapatos de taco alto
negros y brillantes,
siempre puteabas cuando
estabas borracha,
tu pelo se resbalaba de tu oreja
querías explotar
de lo que te atrapaba:
recuerdos podridos de un
pasado
podrido, y
al final
escapaste
muriendo,
dejándome con el
presente
podrido.
Hace 28 años
que estás muerta
y sin embargo te recuerdo
mejor que a cualquiera
de las otras
fuiste la única
que comprendió
la futilidad del
arreglo con la vida.
Las demás sólo estaban
incómodas con
segmentos triviales,
criticaban
absurdamente
lo pequeñito:
Jane, te
asesinaron por saber
demasiado.
Vaya un trago
por tus huesos
con los que
este viejo perro
sueña
todavía.

08
LUCIANO CAVIDO
EL VINO

Por qué necesitamos de su abrigo
Para cruzar la noche interminable.
Por qué con él, el mundo detestable
Se torna caprichosamente amigo.

Por qué al calmar mi sed, bebiendo sigo.
Por qué contigo, Judas no es culpable.
Dame hoy la respuesta, Vino amable.
Compañero de reyes y mendigos.

El elixir sagrado, el sacrificio,
El éxtasis que anunciará la orgía.
La sangre derramada por el Cristo.

El Hombre sin su dios, Tú sin Dionisio.
Desenmascaras toda hipocresía.
Oh, Vino, me recuerdas que aún existo.

09
ADELIS LEON GUEVARA
AL VINO

Quién fue el primero que exprimió la euforia
que produjo el milagro en el lagar,
de ese elixir de vida singular
que ha revuelto el aroma de la historia?

Un persa lo recuerda en la memoria
de un rubaiyat escrito en el altar
de una copa copada hasta copar
los sublimes encantos de la gloria.

Lo celebran los días y las horas,
y recuerdan con gozos e ironía
albas, amaneceres y auroras.

Yo lo encontré también con alegría,
consagrando mis noches veladoras
en el viñedo de la Eucaristía.

10
MERCEDES GONZALEZ DELGADO
COMO EL BUEN VINO

Si en un verso pudiera devolverte
todo lo que me diste hace unas noches
sería como negar que quiero verte
en tu juego de efímeros derroches

Como al vino, al licor, quiero beberte
clavarme tus pupilas como broches
también puedo embrujarte , poseerte
y después liberarte sin reproches

Pero como el licor, el beso, el fuego
me perderé en tu alquimia, es mi destino
dártelo todo y todo te lo entrego

Frágil y peligroso, ardiente juego
quiero que me descubras como al vino
que siempre se reserva para luego.

11
CHARLES BUKOWSKI
GARRAS DEL PARAISO

Mariposa de madera
sonrisa de bicarbonato
mosca de serrín…
me gusta mi barriga
y el tipo de la tienda de vinos
me llama
«Señor Schlutz».
Los cajeros del hipódromo
gritan
«¡EL POETA SABE!»
cuando cobro mis apuestas
las damas
que entran y salen de la cama
dicen que me aman
cuando paso a su lado con
blancos pies mojados.
Albatros con ojos borrachos
calzoncillos sucios de Popeye
chinches de París,
he salvado las barricadas
he dominado
el automóvil
la resaca
las lágrimas
pero conozco
el destino final
como cualquier colegial que ve
cómo el tráfico aplasta
al gato al pasar.
Mi cráneo tiene una hendidura de
pulgada y media justo en la
bóveda.
La mayor parte de mis dientes está
delante,
me mareo a oleadas en los supermercados
escupo sangre cuando bebo
whisky
y me entra una pena
que llega a hacerse
dolor
cuando pienso en todas las
buenas mujeres que he conocido
y que se han diluido
desvanecido
entre trivialidades:
viajes a Pasadena,
picnic con los niños,
tapones de pasta de dientes
por el desagüe.
No hay nada que hacer
sino beber
apostar a los caballos
apostar a los poemas
cuando las jovencitas
se hacen mujeres
y las ametralladoras
apuntan hacia mí
agachado
tras muros más delgados
que los párpados.
No hay más defensa
que todos los errores
cometidos.
Entretanto
me ducho
contesto el teléfono
hago huevos duros
estudio el movimiento y el deterioro
y me siento tan bien
como cualquiera
mientras paseo al sol.

12
RODOLFO CAVALLO NOETZLY
SUENA UN TANGO DULZÓN

Suena un tango dulzón acompasado
con humos de cigarros, soda y vino,
entre tragos amargos llora el sino
un parroquiano gris ensimismado…

Llora el sino fatal de su pasado,
la muerte del amor, su peregrino
andar, parco camina su destino
de copas y alcohol, asegurado…

asmático rezonga el viejo fuelle
un tango triste, ávido en el llanto,
mientras el borrachín en su quebranto,

llora fatalidad, cerca del muelle,
una puta teñida en rubio trigo,
aguarda para ser su dulce abrigo…

13
JOSE LUIS FRASINETTI
DÍPTICO DE LA NOCHE ROTA

I
Alta llega la noche. Soberana
de un pan moreno a esta ventura mía.
Quiero alzarle la copa. Resolana
del verso que se engarza . Poesía

de un desvelar de luz en la ventana
-brocal de cielo negro, lejanía
de un astro que titila en la hora arcana
y estalla en flor de greda y lozanía-.

Alta llega la noche. Oscura nieve
para dolerme en sombras del camino,
mientras afuera estalla el rayo… Llueve…

Rasga la seda bruna y, en el viento,
muta un poema el traje ceniciento
y es roja sangre el corazón del vino.-

II
Y es roja sangre el corazón del vino.
Clausura de este anillo de la muerte.
La noche en el rosal se me hace fuerte,
uva morada de este sueño endrino.

Alta llega la noche. ¿Qué destino
-hidalgo de ojos claros- se convierte
en el gesto polar, la sombra inerte
donde embriaga sus tramas el camino?

Alta llega la noche. Siento pena
del cardo sin espinas, de la arena
que se vierte en relojes de alborada.

Alta llega la noche y, por el río,
en aguas se me va este sueño mío
y el rayo es un designio de la nada.-

14
CHARLES BUKOWSKI
CÓMO SER UN GRAN ESCRITOR

Tienes que cogerte a muchas mujeres
bellas mujeres,
y escribir algunos poemas de amor decentes
y no te preocupes por la edad
y los nuevos talentos.
Sólo toma más cerveza, más y más cerveza.

Ve al hipódromo por lo menos una vez
a la semana
y gana
si es posible.

Aprender a ganar es difícil,
cualquier pendejo puede ser un buen perdedor.

y no olvides tu Brahms,
tu Bach y tu cerveza.
No hagas demasiado ejercicio.
Duerme hasta el mediodía.

Evita las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa a tiempo.
Acuérdate de que no hay un pedazo de culo
en este mundo que valga más de 50 dólares (en 1977).

Y si tienes capacidad de amar
ámate a ti mismo primero
pero siempre sé consciente de la posibilidad de
la total derrota,
ya sea por buenas o malas razones.

Un sabor temprano de la muerte no es necesariamente
una mala cosa.

Aléjate de las Iglesias y los bares y los museos
y como las arañas, sé paciente,
el tiempo es la cruz de todos.
Más el exilio
la derrota
la traición
toda esa basura.

Quédate con la cerveza,
la cerveza es continua sangre.
Una amante continua.
Consigue una buena máquina de escribir
y mientras los pasos van y vienen más allá de tu ventana
dale duro a esa cosa,
dale duro.

Haz de eso una pelea de peso pesado.
Haz como el toro en la primer embestida.
Y recuerda a los perros viejos,
que pelearon tan bien:
Hemingway, Celine, Dostoyevski, Hamsun.
Si crees que no se volvieron locos en habitaciones minúsculas
como te está pasando a ti ahora,
sin mujeres
sin comida
sin esperanza…
entonces no estás listo. Toma más cerveza.

Hay tiempo.
y si no hay,
eso también está bien.

15
OSCAR ANTONIO PÉREZ GARVISO
LA BOTELLA DE VINO

La botella de vino en una mano,
ya cuídala, defiéndela disfruta,
la llevas a una cita por tu ruta,
la traes a la fiesta de un hermano.

Que vibre, que despierte lo lejano,
que agrupe al que en su prisa ni se inmuta,
que luzca en el mantel como una fruta,
que se abra como el sol en el verano.

A veces el vaciarla será en vano,
a veces el brindar será una enjuta
manera de olvidar su adiós temprano.

Pero, aun así, su trago no es cicuta,
es vida, es un placer siempre temprano
y el mundo es un licor que nos transmuta.

16
EDUARDO ROMERO CAMACHO
REY DE DIAMANTES

Tuvo el título de Rey de Diamantes
pero más que título era un apodo,
vestido de pobreza encontró el modo
de pasar los días agonizantes.

Ennegrecido de sol y miseria
la ciudad es su alcázar, donde errante
recorre tantas veces, tambaleante,
con olvidos y alcoholes en la arteria.

¿Sabrán los que se burlan que el monarca
tiene ganado el reino de los cielos?
en su frente el buen Dios cruzó su marca.

Dormido en la banqueta una tarde
las palomas detendrán sus revuelos
mientras descienda la luz que lo guarde.

17
EFRAÍN HUERTA
LA MUCHACHA EBRIA

Este lánguido caer en brazos de una desconocida,
esta brutal tarea de pisotear mariposas y sombras y cadáveres;
este pensarse árbol, botella o chorro de alcohol,
huella de pie dormido, navaja verde o negra;
este instante durísimo en que una muchacha grita,
gesticula y sueña por una virtud que nunca fue la suya.
Todo esto no es sino la noche,
sino la noche grávida de sangre y leche,
de niños que se asfixian,
de mujeres carbonizadas
y varones morenos de soledad
y misterioso, sofocante desgaste.
Sino la noche de la muchacha ebria
cuyos gritos de rabia y melancolía
me hirieron como el llanto purísimo,
como las náuseas y el rencor,
como el abandono y la voz de las mendigas.

Lo triste es este llanto, amigos, hecho de vidrio molido
y fúnebres gardenias despedazadas en el umbral de las cantinas,
llanto y sudor molidos, en que hombres desnudos, con sólo negra barba
y feas manos de miel se bañan sin angustia, sin tristeza:
llanto ebrio, lágrimas de claveles, de tabernas enmohecidas,
de la muchacha que se embriaga sin tedio ni pesadumbre,
de la muchacha que una noche —y era una santa noche—
me entregara su corazón derretido,
sus manos de agua caliente, césped, seda,
sus pensamientos tan parecidos a pájaros muertos,
sus torpes arrebatos de ternura,
su boca que sabía a taza mordida por dientes de borrachos,
su pecho suave como una mejilla con fiebre,
y sus brazos y piernas con tatuajes,
y su naciente tuberculosis,
y su dormido sexo de orquídea martirizada.

Ah la muchacha ebria, la muchacha del sonreír estúpido
y la generosidad en la punta de los dedos,
la muchacha de la confiada, inefable ternura para un hombre,
como yo, escapado apenas de la violencia amorosa.
Este tierno recuerdo siempre será una lámpara frente a mis ojos,
una fecha sangrienta y abatida.

¡Por la muchacha ebria, amigos míos!

18
GUILLERMO AGUIRRE Y FIERRO
EL BRINDIS DEL BOHEMIO

En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno,
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.

Los ecos de sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.

El humo de olorosos cigarrillos
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al revolverse en nada
la vida de los sueños.

Pero en todos los labios había risas,
inspiración en todos los cerebros,
y repartidas en la mesa,
copas pletóricas de ron, whisky o ajenjo.

Era curioso ver aquel conjunto,
de aquel grupo bohemio,
del que brotaba la palabra chusca,
la que vierte veneno,
lo mismo que melosa y delicada,
la música de un verso.

A cada nueva libación, las penas
hallábanse más lejos del grupo
y nueva inspiración llegaba
a todos los cerebros
con el idilio roto que venía
en alas del recuerdo.

Olvidaba decir que aquella noche,
aquel grupo bohemio
celebraba entre risas, libaciones,
chascarrillos y versos,
la agonía de un año que amarguras
dejó en todos los pechos,
y la llegada, consecuencia lógica,
del feliz año nuevo…

Una voz varonil dijo de pronto:
¡Las 12, compañeros!
Digamos el “requiescat” por el año
que ha pasado a formar entre los muertos.
¡Brindemos por el año que comienza!
porque nos traiga ensueños;
porque no sea su equipaje un cúmulo
de amargos desconsuelos.

Brindo, -dijo otra voz-, por la esperanza
que a la vida nos lanza,
de vencer los rigores del destino,
por la esperanza, nuestra dulce amiga
que las penas mitiga
y convierte en vergel nuestro camino.

Brindo, porque ya hubiese a mi existencia
puesto fin con violencia
esgrimiendo en mi frente mi venganza,
si en mi cielo de tu limpio y divino
no alumbrara mi sino
una pálida estrella: «Mi Esperanza».

¡Bravo!, -dijeron todos-, inspirado
esta noche has estado
y hablaste breve, bueno y sustancioso.
El turno es de Raúl; alce su copa
y brinde por… Europa,
ya que su extranjerismo es delicioso…

Bebo y brindo, -clamó el interpelado-,
brindo por mi pasado,
que fue de luz, de amor y de alegría,
y en el que hubo mujeres seductoras
y frentes soñadoras
que se juntaron con la frente mía…

Brindo por el ayer que en la amargura
que hoy cubre de negrura
mi corazón, esparce sus consuelos,
trayendo hasta mi mente las dulzuras
de goces, de ternuras,
de dichas, de deliquios, de desvelos.

Yo brindo, -dijo Juan-, porque en mi mente
brote un torrente
de inspiración divina, seductora,
porque vibre en las cuerdas de mi lira
el verso que suspira,
que sonríe, que canta y que enamora.

Brindo porque mis versos cual saetas
lleguen hasta las grutas
formadas de metal y de granito,
del corazón de la mujer ingrata
que a desdenes me mata…
¡Pero que tiene un cuerpo muy bonito!

Porque a su corazón llegue mi canto,
porque enjuguen mi llanto
sus manos que me causan embelesos,
porque con creces mi pasión pague…
¡Vamos! porque me embriague
con el divino néctar de sus besos.

Siguió la tempestad de frases vanas,
de aquellas tan humanas
que hallan en todas partes acomodo,
y en cada frase de entusiasmo ardiente,
hubo ovación creciente,
y libaciones y reír y todo.

Se brindó por la Patria, por las flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llena de rosas
y hacen de la mujer la cortesana.

Solo faltaba un brindis, el de Arturo,
el del bohemio puro
de noble corazón y gran cabeza;
aquel que sin ambages
declaraba que solo ambicionaba
robarle inspiración a la tristeza.

Por todos estrechado alzó la copa
frente a la alegre tropa
desbordante de risa y de contento.
Los inundó en la luz de su mirada,
sacudió su melena alborotada
y dijo así, con inspirado acento:

Brindo por la mujer, más no por esa
en la que halláis consuelo en la tristeza
rescoldo del placer ¡Desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.

Yo no brindo por ella, compañeros,
siento por esta vez no complaceros;
brindo por la Mujer, ¡pero por Una!
por la que me brindó sus embelesos
y me envolvió en sus besos:
por la mujer que me arrulló en la cuna.

Por la mujer que me enseñó de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero;
por la mujer que me arrulló en sus brazos
y que me dio en pedazos,
uno por uno, el corazón entero.

¡Por mi Madre! bohemios.
Por la anciana que piensa en el mañana,
como en algo muy dulce y muy deseado;
porque sueña tal vez, que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.

Por la anciana adorada y bendecida,
por la que con su sangre me dio vida
y ternura y cariño;
por la que fue la luz del alma mía
y lloró de alegría
sintiendo mi cabeza en su corpiño.

¡Por eso brindo yo!
dejad que llore, y en lágrimas desflore
esta pena letal que me asesina;
dejad que brinde por mi madre ausente,
por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina.

Por la anciana infeliz que gime y llora
y que del cielo implora,
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi Madre, bohemios,
que es dulzura vertida en mi amargura
y en esta noche de mi vida, estrella…

El bohemio calló.
Ningún acento profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
y pareció que sobre aquel ambiente
flotaba inmensamente
un poema de amor y de amargura.

19
EDUARDO ROMERO CAMACHO
SIETE DE COPAS

En la noche brindamos por el día
llevando la embriaguez a la almohada,
siete copas de vida imaginada,
ignorando que el sueño empezaría

a mecerse en un columpio suicida
de pabilo junto al acantilado,
el sopor de las copas me ha sedado
y me abandono al sueño y la caída

Ícaro viene por mí, me levanta,
la espiral del vértigo me despierta,
y alcanzo a ver en la ventana abierta

un ave que me mira y que trasplanta
mi realidad al sueño y extrañada
ébria te ve, desnuda y desmayada.

II

Gracias ave nocturna pienso y luego
emprende el vuelo en la noche estrellada,
ignoro si la aventura soñada
tuvo que ver con el hielo o el fuego

de tu cuerpo venido de tan lejos
que no me pertenece, sin embargo
buscas en la ebriedad y su letargo
resucitar esos tiempos añejos.

Pero tú no la viste, en tu desmayo
el sueño es pasional y placentero
donde tu boca con mis besos callo.

Fui salvado en mi sueño y estoy vivo
pese a caer por el desfiladero
soy de la vida y muerte fugitivo.